¿Antes que nada, que es lo que necesitamos?
- Detergente suave.
- Un cepillo suave o un cepillo de dientes.
- Una esponja.
- Toallitas de papel.
- Un cubo de agua.
Ahora tenemos que seguir un proceso, aquí os dejamos los pasos:
1. Se tiene que lavar cada parte del zapato por separado. Empieza retirando los cordones y las plantillas.
2. Rellena un cubo con agua templada y añade una o dos cucharadas de detergente suave.
3. Con una toallita de papel, seca y retira los restos de barro y suciedad antes de mojar los zapatos.
4. Utiliza un cepillo suave o un cepillo de dientes mojado en agua tibia con jabón para limpiar las suelas exteriores a mano. Enjuágalas con una esponja o con toallitas húmedas.
5. Después, limpia la parte superior del calzado. La parte superior corresponde a la parte que engloba el pie y la forma de limpiarla depende del material de fabricación. Si son de tela, malla o lona usarás una esponja húmeda con jabón y frotarás suavemente. Estos materiales se pueden lavar a mano, pero no debes sumergirlos en agua.
6. Limpia las suelas con agua y jabón. Frota bien la superficie con un cepillo de dientes y elimina las ristras de suciedad o de jabón con una esponja húmeda. No pongas las suelas dentro del agua porque la espuma puede cambiar de forma.
7. Puedes lavar los cordones con jabón y un cepillo bajo el grifo.
8. Cuando hayas lavado cada parte del zapato, déjalas secar al aire con papel en su interior. No las dejes secar cerca de un radiador o bajo la luz directa del sol.
9. Cuando los zapatos estén secos, puedes espolvorear bicarbonato sódico en el interior para que absorba los olores y la humedad que quede.